El 6 de diciembre del año pasado iba caminando por el Paseo Ahumada, en el centro de Santiago, y me llamó la atención que en una tienda se estaban agrupando algunas personas. La curiosidad fue más grande y me acerqué a mirar qué pasaba: estaban transmitiendo en vivo el sorteo de la Copa del Mundo Brasil 2014.

Por Alexi Vergara (@AlexiHoe)

Un periodista de un canal de televisión comentaba el gran acontecimiento que nos diría los rivales que Chile enfrentaría en el mundial. Se respiraba ansiedad, todos queríamos un grupo fácil, sencillo, que nos permitiera soñar.

Al principio los cabezas de grupo, partiendo por Brasil, como dueño de casa, en el grupo A; en el grupo B quedó España, temible, defensor de la Copa; en los siguientes grupos Colombia, Uruguay, Suiza, Argentina, Alemania, y Bélgica. El periodista comenta que Chile no puede quedar en un grupo de latinoamericanos, por lo que sólo había cuatro opciones. La que todos deseábamos: Suiza, un país al que Chile le había ganado el mundial pasado y no se veía tan complejo.

Seguíamos la transmisión paso a paso, el periodista exclama: “Por favor, que no nos toque en el grupo de España”.  En ese momento sale la bolita de Chile, la primera en salir del segundo bombo, la que anunciaba el peor de los pronósticos –sé que para algunos Alemania es más temible, pero enfrentarse a los campeones del mundo de nuevo, no es ninguna gracia-.

Las quejas comenzaron a aflorar entre todos quienes observábamos el evento organizado por la FIFA. ¿España de nuevo? Pero no importaba, aún existía la posibilidad de que las otras dos selecciones fueran más accesibles.

El resto de la historia es conocida, Holanda y Australia cerraron el grupo de España y Chile. Los improperios comenzaron, la “mafia FIFA”, la “mano negra”, “siempre a nosotros”, ¡no podía ser que en el mejor momento de Chile nos toque un grupo así!

Los rostros no eran alegres, nos enfrentaríamos al campeón y al subcampeón del mundo. Nos fuimos de la tienda sin siquiera levantar la vista. Tenía que ser una broma, un ensayo. Mañana despertaremos y la FIFA dirá que fue un error, que harán el sorteo de nuevo.

Ha pasado mucho tiempo de eso y mañana nos enfrentaremos al temible equipo de España, pero esta vez, a un equipo herido, dañado: Holanda se vengó de la derrota en la final de Sudáfrica 2010 y le propinó un 5-1 que no olvidará jamás. En los momentos difíciles puedes reponerte y ser un héroe o dejarte aplastar en el suelo. No creo que España se deje pisotear, es un toro herido que buscará golpear con fuerza.

Chile mañana juega de chico a grande, pese a las loas hacia nuestros jugadores, España es el que debe defender su corona, ellos son los gigantes, los que tienen toda la responsabilidad. Nuestra tarea es “muy simple”: dejarlos fuera del mundial. Nuestras armas: un niño maravilla, un rey, un huaso, un príncipe, un gato; pero no los miremos despectivamente, estamos hablando de los mejores jugadores del mundo. Y aunque parezca difícil, Chile mañana va a romper con todos los mitos, porque los grandes, alguna vez, han perdido contra los chicos.