Arreglando los problemas con tortilla…

La del Txoco Alavés expele huevo de campo tierno y jugoso, abundante, y estilo vasco: con un toque de chorizo viejo y cebolla, servida con un trozo de pimiento rojo encima, que la embellece y adereza.
Txoco Alavés, un imperdible en el barrio Bellas Artes.

Por Rodrigo Pica
Panelista de Caleta Abarca – @RodrigoPica1

Saliendo de un intenso, conversado y regado post office en el bar The Clinic del centro, concluimos que era menester continuar analizando la gravedad de la situación. Frente a la adversidad los vascos son inquebrantables; qué carácter y que temple tiene ese pueblo, será por ello que terminamos en el Txoco Alavés, en Mosqueto con Monjitas, en plena jarana del barrio Bellas Artes.
Como no recordar el primer viaje a la península: una barra con pintxos, siempre poblada de parroquianos, con un local no muy grande, jamones colgando y sin música ambiental, pues para eso está la conversa de sus visitantes.
Hablar del Txoco es para un reportaje largo, su exuberante menú del día al almuerzo, estilo peninsular con tres platos, con tres variantes cada uno, o sus pescados en preparaciones de la Madre Patria siempre tiernos y sabrosísimos.
Pero en un lugar así, y en un contexto de tertulia intensa, la tortilla pasa a ser el catalizador, con un buen vino (tinto o blanco, a gusto). Voy a ser directo, para mí la mejor tortilla de Santiago, dejando en claro que ese es mi estilo. Nunca se encontrarán en el mundo dos lugares con la misma tortilla, en algunas zonas de España se hará con la papa más cocinada que en otros, el corte del trozo de tubérculo también será diferente y marcará resultados muy diversos, los huevos, en su cantidad y punto de cocción harán otra diferencia más.
La del Txoco expele huevo de campo tierno y jugoso, abundante, y estilo vasco: con un toque de chorizo viejo y cebolla, servida con un trozo de pimiento rojo encima, que la embellece y adereza. Chorrea jugo cuando alguno de los grandes garzones que nos agasajan la corta en cuartos para servirla. Un chorrito de oliva extra virgen y una copa de carmenere joven o de sauvignon blanc frío para acompañarla nos hace sentir en el paraíso.
Como la situación era muy grave había mucho tema a analizar: elegimos un surtido de pintxos, españolísimos canapés de baguette de la casa y caímos en la tentación de los mariscos… pero ese ya es otro capítulo.

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